domingo, 4 de diciembre de 2011

Devoción de Adviento del 3 de diciembre

Léase Salmos 90:3-6

¡Ah, cuán pequeño somos ante los ojos de Dios!  Mil años son como un “ver” -una tercera parte de la noche.  Crecemos y marchitamos como la hierba en un día.  Dios nos barre como pelusa suelta.  A lo sumo la vida es corta y entonces morimos.
¿Pero entre nuestro principio y final, cómo vivimos?  Unos años después de la muerte de mi abuela se me presento en un sueño.  Estaba sentada en un sofá gris, mucho más joven y elegante de cuando la conocí.  Me dije “¡Abuela, tu estas muerta!”.  “Crucé”, simplemente me contestó.  Su cara brillaba.

Entonces mi abuela se inclinó hacia delante para decirme un secreto.  “Sólo se feliz.”   Me desperté sorprendido.  
Pero el Salmista admitiría, preguntando a este mismo Dios eterno “enseñarnos a contar nuestros días para que podemos alcanzar un corazón de sabiduría.”  Y sí, se feliz.  Despiértese en las mañanas dichoso y alegre.

Tenga presente en su vida lo que usted hace consigo.  Esto es lo que Emily Webb en el juego “our town” le trata de decir su familia después de su muerte, cuando vuelve en su duodécimo cumpleaños.  Ellos corren por las conformidades de la vida, aún en un día bueno.  “¿Ellos no entienden?”, le susurra ella  a un amigo fantasmal.  “No, querida, ellos no entienden.”
Nacemos solamente una vez.  Tenemos el regalo de la Gracia de Dios.  Valore sus días de vida.

ORACIÓN
Enséñanos  cada día a enumerar nuestros días, para  que podamos lograr un corazón sabio.  Amén.

Rev. Dr. Kathryn Poethig, Profesor Asociado, Global Studies, CSU Monterey Bay, y miembro del Comité de Discernimiento de Gestión de Paz, IP(EUA), Seaside, California

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