martes, 30 de noviembre de 2010

30 de Noviembre

Léase 1 de Tesalonicenses 2:1-12


¡Qué diferencia de edad hace! Yo solía leer Tesalonicenses, o dado el caso cualquier otra de las cartas del apóstol Pablo, tratando de aprender lo que Pablo quería decir, esperanzada de poder aplicarlo a mi propia conducta como cristiana. Pero treinta años más tarde me encuentro apreciando, más que las palabras de Pablo per se, su actitud y la forma en que él se refiere a sus hermanos y hermanas. Ha cambiado tanto a lo largo de los años. Es difícil creer que Pablo, que fue una vez que el enemigo de los que no creían como el, ahora puede ser dócil, "como una enfermera cuida con ternura a sus propios hijos" (v. 7).

¡Qué transformación! De perseguidor, Pablo ha cambiado a compañero. He aquí una persona que agradece a Dios por los amigos que ha aprendido a aceptar en lugar de una persona que quiere eliminar a otras personas. Así que hay esperanza: aún podemos cambiar la vida.

El tiempo hace la diferencia, y el conocimiento del amor de Dios manifestado en Jesús, transforma vidas. Este conocimiento no crece de la noche a la mañana o en forma aislada, sino que necesita una comunidad de fieles.

No es de extrañar que a medida que nos acercamos a la llegada de Cristo nuevamente a nuestras vidas, pensamos en los amigos; pensamos en la paz, y nuestro corazón estalla en alegría y esperanza. La paz de Dios sea con vosotros.

ORACIÓN


Jesús, ven a mi corazón nuevamente mientras pienso en los amigos y la familia. Has que los lazos de amistad se fortalezcan y nuestro amor pueda cruzar los límites del lenguaje y la cultura, porque todos somos uno en el amor de Dios. Amén.

Anc. Ana Inés Braulio, Ejecutiva retirada del Sínodo Borinquén, Carolina, Puerto Rico

No hay comentarios:

Publicar un comentario