miércoles, 30 de noviembre de 2011

Devoción de Adviento del 30 de noviembre

Léase 2 de Pedro 3:1-10

El apóstol Pedro advirtió a sus lectores que en los últimos días habrían ciertos señales a las cuales deberían de estar pendientes, y que una de éstas sería la gente que se burlaría de las enseñanzas de la iglesia y que solo pensaran en sus malos deseos.  Pedro nos dice que ellos solo seguirán “sus malos deseos,” rechazando la doctrina de la segunda venida del Señor, y olvidándose que Dios enjuició una vez el mundo con el diluvio y lo hará otra vez con fuego (vv. 3 - 7).
Esas personas son falsos predicadores, como nos explica Pedro en el segundo capítulo de su epístola.  Ellos “introducirán herejías destructivas, negando aún la Soberanía del Señor” que los creó (2:1).  En estos versos Pedro nos advierte: Tenga cuidado, no vaya ser que caiga en el engaño.

Al dar a sus lectores una advertencia enfática acerca de los falsos predicadores y el juicio venidero, Pedro entonces contesta la pregunta que estos habían levantado: ¿Por qué Jesús tarda tanto tiempo en regresar a sus seguidores?  Su respuesta es, primeramente Dios percibe el tiempo de forma diferente a como nosotros lo hacemos: “Con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2:9); y segundo, que Jesús se ha demorado en regresar porque nos ama tanto que quiere darnos todo el tiempo que necesitemos para el arrepentimiento.
ORACION

Que el Señor, nuestro Salvador mantenga nuestros corazones fieles a la palabra de Dios para que estemos con Él hasta el día de la segunda venida de Jesucristo.  Amén.
Rev. Lien Nguyen, Pastor de la Iglesia Presbiteriana Unida de Vietnam, Ciudad de Ho Chi Minh, Vietnam (Pacificador Internacional en el 2009)

martes, 29 de noviembre de 2011

Devoción de Adviento del 29 de noviembre de 2011


Léase Mateo 21:12-17

Pensamos en el Adviento como un tiempo de preparación para celebrar nuevamente el nacimiento de Jesús.  En la lectura de hoy, nosotros encontramos no aun bebé sino a un Jesús adulto.  Jesús entró al templo y vio a mercaderes vendiendo  animales a los peregrinos para los sacrificios obligatorios de la época.  Ellos cambiaban las monedas romanas por dinero judío para que el impuesto del templo pudiera ser pagado apropiadamente.  Jesús interrumpió la escena, volcando mesas y sillas.
Esta excitante historia parece más apropiada para finales de la vida de Jesús que para sus comienzos.  Pero aquí la tenemos.  Nos preguntamos: ¿Se opuso Jesús a toda la actividad comercial en el templo? ¿O sólo a la explotación de las personas por los que controlaban los rituales de pureza y el acceso a Dios? En cualquier caso, o en ambos casos, sus acciones invitan a las personas a cambiar, empezar nuevamente.

El colocar esta historia aquí, en el Adviento, nos invita también a comenzar otra vez.  Comenzar nuevamente en nuestros corazones, en nuestras relaciones con Dios, en nuestras relaciones con ésos a quienes nosotros amamos y en nuestras relaciones con ésos a quienes no conocemos.  Empiece otra vez a vivir una vida de andar humildemente con Dios, buscando la paz, haciendo la justicia, y amándonos los  unos a los otros.  Empiece otra vez con confianza porque sabemos quién estaba al principio... quien nos aguarda al final... y que quien nos sostiene mientras tanto.
Oración

Dios de todas las épocas, has que esta Época de Adviento sea un tiempo de renovación y nuevos comienzos en nuestras vidas de discipulado fiel siguiendo a Jesús, cuyo nacimiento nosotros celebramos.  En su nombre nosotros oramos.  Amén.
Rev. W. Mark Koening, Director del Ministerio de las Naciones Unidas de la Iglesia Presbiteriana, Nueva York, NY

lunes, 28 de noviembre de 2011

Devoción de Adviento de 28 de noviembre de 2011

Léase 2 de Pedro 1:1-11
 

Anoche, le ofrecí a un deambulante mi barra de granola.  Algunos pueden asumir que he triunfado “agregando bondad a mí fe”.  Los cristianos a menudo asocian la bondad con actos de caridad, especialmente en esta Época de Adviento.  Es importante que nos preguntemos el porqué de este vínculo.  Jesús nos enseñó que debemos añadir a nuestra piedad, “cariño mutuo; y al cariño mutuo, el amor”.
Tengo a un hermano a quien adoro, y si él fuera deambulante yo haría mucho más que compartir un bocado.  Lo ayudaría a buscar un hogar donde vivir, abogaría por ayudarlo a capacitarse para un trabajo, o a recibir un tratamiento, o lo que haga falta para conseguir sacarlo de las calles.

En este ambiente económico donde mi hermano no puede conseguir un trabajo, la posibilidad de él llegue a convertirse en un deambulante nunca ha sido más real.  Él no está solo.  La Buro del Censo de los Estados Unidos de América informó recientemente que 43.6 millones de personas viven bajo el nivel de pobreza; esto es uno de cada siete norteamericanos.  Aún en estas circunstancias horribles, nosotros no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos.  Para hacerlo se nos requeriría movernos más allá de actos caritativos, a solidarizarnos con sus luchas-de decir “que todo estará bien" a trabajar para lograrlo.
“Los justos se preocupan de los derechos del pobre... “(Proverbios 29:7); y preocuparse no es solamente un asunto de bondad, sino de amor; y el amor puesto en acción es la paz.

Oración
Ayúdanos a “aprender a hacer el bien, buscando la justicia, y ayudando a los oprimidos.  A defender las causas de los huérfanos y luchando por las causas de las viuda”. (Isaías 1:17.-NTV)  Las personas necesitan la paz que sólo Tú puedes suministrar, pero que todos podemos recibir.  Amén.

Anc. Shaya Gregory Poku, miembro del Equipo de Discernimiento de Gestión de Paz, IP(EUA) Washington, Distrito de Columbia

sábado, 26 de noviembre de 2011

Devocion del 27 de noviembre de 2011

Léase el Salmo 24

Usted está leyendo esto, porque  está enterado que comienza la Época de Adviento.  Usted obtuvo este folleto porque probablemente esté  pensando utilizarlo como una ayuda en la experiencia de esta temporada de preparación y esperanza.  Y eso es una cosa buena.

A menudo cosas como esta pasan inadvertidas a diario.  Muchas veces las ignoramos y fallamos en reconocerlas.  Nos sucede como el paisaje hermoso en el camino, que no nos detenemos a observar.  En vez de eso, nosotros permanecemos concentrados en las demandas de nuestro diario vivir, interesados solamente en las obligaciones de nuestras rutinas diarias.  Nos adentramos en una temporada como el Adviento sin permitirle a esta entrar a nuestro vivir.  Usted no hizo eso, y eso es una cosa buena.

Todavía, podemos perder fácilmente eso que deberíamos notar, ignora al que está necesitado de  nuestra atención, desatender todas esas cosas que merecen nuestra consideración suprema, evitar eso que deberíamos estar haciendo.  Entonces utilizaremos  las meditaciones de este folleto para experimentar la Época de Adviento de este año, tomando tiempo para levantar nuestras cabezas más allá de sus páginas y permitir que el Príncipe de la Paz entre a nuestras vidas.  Identifiquemos esos lugares alrededor nuestros  que están necesitado paz: nuestros vecindarios sumergidos en la violencia, los jóvenes víctima de la intimidación (bullying), las familias que se sumergen en la pobreza, los desempleados que pierden la esperanza, los ciudadanos que realizan demostraciones en pos de la justicia, las comunidades devastadas por la destrucción causada por la guerra.

Recibamos este Adviento no solo con el comprensión sensata de estas cosas, sino también con la compasión sincera a la que Cristo, el Príncipe de la Paz, le ha movido para actuar como un pacificador.  Y eso será algo bueno.

Oración:

Oh Príncipe de Paz, ayúdanos para levantar nuestras cabezas para identificar los lugares necesitados de Tú paz, y llegar a ser los pacificadores que Tú nos llamaste a ser. En Tú nombre oramos, Amén.

Rev. Carl E. Horton, Planificador estratégico y facilitador de programa, Programa de Paz Presbiteriano, IP(EUA) Louisville, Kentucky.