domingo, 2 de diciembre de 2012

Primer Domingo de Adviento



¿Cómo se conectan y relacionan entre sí el conocimiento de Dios y el de nosotros mismos?

Lecturas para la ocasión: Salmos 24:1-10; Isaías 1:1-9; 2Pedro 3:1-10; Mateo 25:1-13

Casi toda la sabiduría que poseemos, es decir, el buen juicio y la sabiduría verdadera, consta de dos partes: el conocimiento de Dios y de nosotros mismos. Aun cuando este se conecta por muchas proposiciones, es difícil discernir cual precede a cual.  En primer lugar, nadie puede mirar sobre sí mismo sin girar inmediatamente sus pensamientos a la contemplación de Dios, en quien "vivimos y
nos movemos" (Hechos 17:28).  Con toda claridad, los dones poderosos con los que hemos sido dotados apenas proceden de nosotros mismos; de hecho, nuestro propio ser no es nada sin el sostén de Dios. Al punto que estos beneficios derramados sobre nosotros son como el rocío del cielo que alimenta los riachuelos en la primavera. De hecho, nuestra miseria nos revela la infinidad de los beneficios que yacen en Dios.  La ruina miserable, en que la rebelión del primer hombre nos lanzó, nos obliga a mirar hacia arriba. Así, no sólo buscaremos allí lo que nos falta, por el ayuno y hambre, lo haremos porque siendo sacudidos por el desasosiego, vamos a aprender la humildad.

Por lo que la humanidad en todo el mundo no permanece a gusto con lo que es, ¿qué hombre se queda como está para siempre, sin querer conocer sus propios dones, o bien mantenerse ignorante o inconsciente de su propia miseria?  Por consiguiente, el conocimiento de nosotros mismos no sólo despierta la búsqueda de Dios, sino que, por así decirlo, nos lleva de la mano para encontrarlo.

Sin embargo, el conocimiento de Dios y de nosotros mismos pueden estar conectados entre sí, el fin correcto de la enseñanza requiere que discutamos primero lo primero, a continuación, procedamos a tratar el último. (Institución de la Religión Cristiana de Juan Calvino 1.1.1, 3)

ORACIÓN:

Que el Señor Dios y Padre este presente con en nosotros por su Espíritu Santo y así nos gobierne y guie para que todo lo que hacemos, decimos o pensamos sea en su honor y gloria, en el nombre de Su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor. Amen.

Traducción de las Devociones de Adviento “Preparándonos para la llegada de Jesucristo” de los escritos de Juan Calvino compilados y editados por Edwin Gray Hurley en el volumen 15 (4) de  Theology Matters

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