“Porque muchos son invitados pero
pocos son elegidos”.
El publicar una invitación
abierta y entonces criticar a alguien por
aparecer vestido inadecuadamente puede parecer grosero y en el peor de los
casos totalmente cruel. Al confrontar a
los fariseos con la parábola del banquete de boda, Jesús nos desafía a todos
nosotros a evitar sentir la certeza de que estamos entre los “elegidos”.
La escena era parecida a las de
la semana de iniciación en los campus colegiales, cuando las fraternidades y
las sororidades utilizan eventos públicos para proporcionar a sus miembros la oportunidad de evaluar y criticar a potenciales
candidatos de entre los estudiantes de primer año. Muchos procuran ser del selecto
grupo de creídos dignos para admisión a las más exclusivas casas capitulares de
las fraternidades y sororidades. Pocos son
seleccionados, a menudo basados en los estándares más superficiales de
apariencia física o estatus privilegiado.
¿Más quién es, después de todo,
sinceramente digno de ser escogido cuándo la invitación de Dios está disponible
para todos? Afortunadamente para
nosotros, Dios ve a través de los atuendos superficiales en que otros se enfocan.
Dios revisa los corazones para ver quiénes
somos, y no lo que nos parecemos ser o lo que poseemos.
Sólo Dios ve el mérito verdadero
de las personas reunidas en la casa de Dios, y nosotros vivimos en la esperanza
que nuestro amable Anfitrión nos juzgue dignos de estar allí.
ORACIÓN
Oh Dios, nuestras vidas tienen el honor de haber
sido favorecidos con Tú invitación a estar en Tú presencia. Permite que nuestros corazones sean vestidos
con la pureza necesaria para que podamos estar contigo por la eternidad. Amén.
Anc. Tony de la Rosa, Presbítero Ejecutivo Interino, Presbiterio de la
Ciudad de Nueva York, Nueva york, Nueva York
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