miércoles, 1 de diciembre de 2010

Diciembre 1

Léase Isaías 2:1-4


La visión de Isaías en los primeros capítulos de su libro es sobre todo de la pena de Judá y de Jerusalén. Judá es destruido debido a que el país es corrupto, el orgullo y la riqueza han distorsionado la nación que Dios amó. Los líderes han llamado al mal, el bien. Dios rechaza el culto que le rinden y le pregunta por justicia. Pero cuando el Señor busca la justicia, Dios solamente contempla la opresión y el grito de los pobres en busca de ayuda. Jerusalén se salva por un tiempo, sólo a causa de un remanente de los justos, de lo contrario habrían seguido el camino de Sodoma y Gomorra.

Dios promete (v. 2) de que en los últimos días un nuevo orden "se establecerá". Ahora Jerusalén está rodeado, pero en los días por venir mucha gente aprenderá los caminos de Dios y a caminar en el camino del Señor. Entonces la paz se hará realidad. Si creemos a plenitud en esa promesa, trabajaríamos con tenacidad para El y pondríamos fin a nuestra loca carrera por una casa mejor; por codicias necias; la inmoralidad; líderes políticos ignorantes; y el honor de las personas orgullosas. Con el establecimiento del derecho internacional, la unidad religiosa a través del diálogo, vidas rigurosas y disciplinadas, podríamos, como se debe, reducir los armamentos y avanzar hacia los objetivos de la transformación de un orden caótico en un orden de justicia y paz, que Dios cumpliría en su el tiempo del Señor.

ORACIÓN

Señor, bendecimos tu Santo Nombre. Te damos gracias por la visión de Isaías de ti buscando la justicia y la paz. Sabemos que somos injustos. Oramos por un remanente redentor que nos muestre el camino de la humildad y la paz para que podamos caminar como hacedores de paz y justicia. En el nombre de Jesús oramos. Amén.

Anc. Ronald Stone, PhD. y John Witherspoon Profesor Retirado de Ética; Seminario Teológico de Pittsburgh, Pittsburgh, Pensilvania.

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