martes, 14 de diciembre de 2010

Diciembre 14

Léase 2 de Pedro 1:12-21

El tiempo de Adviento es una temporada muy atareada. A menudo nos volvemos distraídos por las luces brillantes, los regalos y las fiestas que no nos detenemos a pensar en la verdadera razón para la ocasión - el nacimiento del Salvador que murió para que nosotros podamos vivir.

Al igual que la temporada de Adviento, el otras épocas de nuestra vida se han convertido en tiempos abrumados por distracciones, y rara vez nos tomamos el tiempo para hablar con Dios, y mucho menos para escuchar la voz de Dios hablándonos. Buscando una solución rápida a los problemas de la vida, decidimos que nosotros conocemos la mejor solución y tratamos de solucionar el asunto por nuestras propias manos. Como resultado, luchamos en vano contra lo que parecen ser batallas interminables, a pesar de que el Dios todopoderoso al que servimos nos protege y conforta en nuestros tiempos de necesidad. Y si confiamos en El, Él es capaz de hacer milagros en nuestras vidas.

En esta temporada, y durante todo el año, debemos recordar que debemos sacar tiempo para cultivar nuestra relación con Dios pidiendo por fe para mantener la calma en medio de la tempestad, la fuerza para orar aun en el dolor, y la paciencia para esperar a que la voz de Él nos hable.

ORACIÓN

Padre Celestial, de quien viene nuestra ayuda, danos la fuerza para permanecer quietos, para que podamos escuchar Tu voz en todo momento. Amén.

Dayna Oliver, Asistente Administrativo, Programa Presbiteriano de Paz del Concilio de Misión de la Asamblea General, Louisville, Kentucky

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